Gerchunoff - Stop and Go

ANEXO I

Stop and go.
Ese cepo tuvo su bautismo: los economistas lo llamaron ciclo de marchas y contramarchas, o menos solemnemente, stop and go (frenar y andar). Así se trataba de describirse a una economía que parecía condenada al desesperado destino de Sísifo. Ya era una regularidad evidente que a los picos alcanzados en las expansiones seguían recesiones que arrojaban a la economía a un valle no mucho mas alto que el del ciclo anterior “NO distinguía, entre onda y honda , una tendencia definitiva al crecimiento , como la que se observaba en el resto del mundo. Entre 1948 y 1963 el producto per CAPITA de la Argentina había aumentado apenas 4%, una perfomance decepcionante frente el promedio mundial de alrededor del 50%.
Esa mecánica tenía bastante que ver con las características del desarrollo que , voluntaria o involuntariamente , había adoptado la Argentina a partir de la Gran Depresión Desde hacia un tiempo, el aislamiento respecto a las corrientes internacionales de comercio – al principio forzado por la crisis del 30 y por la Segunda Guerra, y a partir de los 40 consolidado por la voluntad de la política económica - venia trayendo como resultado paradójico una extrema vulnerabilidad exterior. Al comenzar la década del 60 ,la sustitución de bienes importados por producción nacional , orientada al mercado interno , se había completado para la mayor parte de las ramas industriales., seguía dependiendo del exterior , sin embargo , la provisión de algunos insumos y , sobre todo , de maquinarias y equipos para inversión Estos rubros representaban mas del 90 % del total de las compras al exterior .Las posibilidades de producción quedaban así fuertemente determinadas por la capacidad para importar.
Pero el monto de importación estaba a su vez limitado por lo que el país pudiera exportar .
A pesar de que las políticas económicas habían intentado desde la década del 50 revertir el sesgo antiexportador de los primeros anos del peronismo, las exportaciones permanecían estancadas en alrededor de 1000 millones de dólares.

En esas condiciones no había forma de evitar que las tendencias expansivas de la economía fueran de corto aliento ya que en algún momento las necesidades de divisas para importaciones excedían a las que podían conseguirse por exportaciones. Era entonces cuando debía recurrirse a la devaluación de la moneda que tenía el doble efecto de alentar las exportaciones y disminuir las importaciones, aunque con una mecánica muy particular, determinado por el carácter semiindustrializado de la economía Argentina. Mas que estimular la producción de bienes exportables _ la reacción tradicionalmente asociada a una devaluación de la moneda _ la devaluación provocaba una disminución del consumo interno, porque a medida que aumentaban los precios de los bienes comercializables internacionalmente, entre los cuales se contaban primordialmente los alimentos, el salario real caía.
La contracción del consumo era mas intensa en los encarecidos bienes de exportación y, aun con la producción rural estática , esa declinación se reflejaba en un aumento de los saldos exportables Aunque en menor medida también disminuya la demanda por bienes no comercializables -entre los cuales se contaban la mayoría de los productos industriales, fuertemente protegidos- desencadenando una recensión. Ese stop ayudaba a contener la demanda por importaciones y revertir el déficit externo.
Solo cuando los salarios nominales empezaban a reaccionar, acarreando consigo a los costos y precios industriales, se reavivaba el consumo, la producción y las importaciones, pero en esa recuperación estaba la semilla de una nueva caída.
Esa fatal cadena de causas y efectos podía quebrarse si el déficit de comercio se prolongaba por un tiempo mas largo, utilizando para ello financiamiento exterior, mientras se alteraba la estructura productiva de manera de revertir la tendencia al desequilibrio.
La experiencia de Frondizi había sido un intento a gran escala de capitalizar el país por la vía de préstamos e inversiones externas, dando prioridad a las actividades productoras de los bienes que hasta entonces se importaban. Esa estrategia, sin embargo, debió interrumpirse antes de lo esperado. La recesion de 1962-63 se había iniciado de manera similar a las otras dos grandes recesiones de la posguerra. En 1962, como en 1952 y 1959, la escasez de divisas había hecho inevitable una restricción a las importaciones y un consecuente caída de la actividad económica interna.

Era natural esperar que las intenciones reactivantes del gobierno de Illia acabaran chocando, tarde o temprano, contra la perversa mecánica del stop and go. Pero no fue así. L expansión productiva durante el breve gobierno radical fue la primera etapa de un período de crecimiento sostenido que no se daba en la Argentina desde tiempos anteriores a la Gran Depresión
Gerchunoff, Pág. 295